Friday, September 02, 2005

La pintura


Después del momento consecuente de pesadumbres, no ha sido hasta tres días después cuando mi mano me ha empezado a doler, de tal forma que siquiera he podido cerrar el puño. Con mi mano adolorida y con poca movilidad no me he dado cuenta de su gran utilidad hasta este momento. Ante todo me han surgido dos preguntas derivadas de una ceguera, creo yo, inventada por la cotidianidad.


¿Es siempre un poco de dolor, necesario para saborear el exquisito equilibrio con el que contamos?

O al contrario, ¿Un instante de felicidad es suficiente para después darnos cuenta que constantemente agonizamos?

Creo que no me he dado a entender y que las letras por fin me han ahogado este día.

2 comments:

marisol said...

El dolor eventualmente ayuda... Pero no tiene por que ser necesario.

Paul eres genial :)

Unknown said...

mm...pero cuando no nos duele nada no pensamos "uuy que rico que no me duele"....aunque deberiamos...supongo.